La afectividad forma parte esencial del proceso de formación del niño lo que significa que sus comportamientos se verán reflejados plenamente en sus actitudes basadas en en grado de cariño y de atención brindada.
“En la sociedad moderna cada vez es más frecuente dejar solos a los niños y niñas, no solamente físicamente, sino también dejarlos solos afectivamente. Son muchos los niño y niñas que no perciben el afecto de sus figuras de apego, son muchos los niños y niña que desarrollan un vacío emocional, que da lugar al síndrome de la carencia afectiva y puede tener graves consecuencias en sus futuros vínculos afectivos y relaciones.
El ser humano necesita desarrollar vínculos afectivos para su bienestar y su desarrollo sano. La infancia es el periodo donde se producen las bases de todo el desarrollo, también del desarrollo afectivo. Los niños y niñas necesitan establecer vínculos
afectivos, y sobre todo, necesitan sentirse queridos. Para los padres no se trata sólo de estar con ellos, a veces, la presencia no es suficiente, es necesario el contacto, el cariño,
la participación a través del juego… (Ruiz, 2016)”
La carencia afectiva se puede entender como aquel desajuste psicológico cuando el niño o niña tiene la ausencia de afecto por un largo periodo de tiempo, el afecto es una necesidad del ser humano desde el momento en el que nace, una caricia, un abrazo, un beso, estimulan en el individuo un sin número de emociones que le confortan y le hace sentir querido e importante cuando esto no sucede se ve afectado el desarrollo social y afectivo. La carencia afectiva se debe principalmente a la creciente prevalencia por la disfuncionalidad familiar, desencadenando problemas en el desarrollo socio-emocional
y académico de los niños.
Esta problemática toma como víctimas a los más pequeños, su debilidad para expresar las preocupaciones o sentimientos que experimentan a en su corta edad, les transforma en una caja de Pandora que muy pocas veces es abierta. Su rendimiento académico disminuye considerablemente, este es el primer signo de alarma que evidencia el individuo, este cambio radical en el desempeño académico suele asociarse a una mala
conducta o comportamiento, pero esto es tan solo un distractor del verdadero conflicto que se está gestando en él. Su origen se desliga parcialmente del ámbito educativo, a pesar de ser este el primer campo afectado. El fracaso escolar y como muchos lo
ignoran, deriva principalmente de los elementos afectivo-emocionales a los que el sujeto
esté expuesto.